domingo, 1 de febrero de 2009

La pluma puede ser también una espada

Subcomandante insurgente Marcos

Globos o tiendas
El mundo es como un globo inflado. O sea que es como una vejiga inflada. O sea que cuando se dice que hay la globalización, es que hay la mundialización de las partes del mundo.
Pero hay, como quien dice, una mundialización de los que tienen mucho dinero. Y hay también, como quien dice, la mundialización de la lucha, o sea de la resistencia.
En la mundialización del dinero, o sea que en la globalización de los poderosos, hay mucha maldad, pero ya no se está quieta la maldad dentro de un país, sino que se mete a todos los países. Y esa maldad se mete en otros países en veces por la guerra, en veces por el dinero, en veces por la idea, en veces por la política.
O sea que en la mundialización de la maldad esos que son mucho muy ricos ya no están contentos de ser ricos explotadores en un país, o sea que en su pueblo, sino que ya quieren más dinero y se meten en otros países para ganar más dinero, y ya no respetan nada porque sólo quieren su maña explotadora y puro ganar dinero quieren; aunque ya tienen mucho de por sí, no les basta, quieren más.
Y entonces el dinero se mete en otro país y no respeta ese país por la culpa de la globalización del dinero, que no respeta a los países y a la gente.
O sea que cada país es como un globo que se revienta y se le sale todo lo que lo hacía especial, o sea como su costumbre, su palabra, su cultura, su economía, su política, su gente, su modo pues.
Y entonces el país como que se rompe y todo el mundo se mete en ese país, y ese país ya no es ese país, sino es todo el mundo. Pero no el mundo de la gente, sino que es el mundo del dinero, donde no importa la gente.
Es como si una persona se rompiera así nomás y ya no fuera una persona, sino que todas las maldades se meten en esa persona y se la comen y ya no hay persona, sino sólo hay lo que se comió a la persona.
Y así decimos que la globalización de los poderosos, o sea que del dinero, se come a los países y se come a las personas que viven en ese país. Porque un país es como una casa donde vive la gente del país. Y el dinero mundial destruye pues la casa, o sea que el país, y la gente se queda sin casa y sin alma, porque ya no se conocen entre sí mutuamente y andan nomás como desconocidos, con la desconfianza en los ojos y en las palabras, tristes pues.
Y entonces cuando un país se queda sin su alma, se mete el alma del dinero.
Y ese país que se rompió ya no es una casa donde vive la gente de ese país, sino que es una tiendita donde se venden y se compran cosas y gente.
Porque en la globalización el dinero pone tiendas donde antes había países.
Y entonces, como el país ya no es un país sino que es una tienda, pues la gente ya no es gente, sino que sólo son compradores o vendedores.
Y la gente no es dueña de la tienda, sino que el dueño de la tienda es el dinero mundial.
O sea que la gente ya no manda en su país, manda el dinero mundial.
Y entonces pues, como decimos nosotros, el pensamiento que manda es el pensamiento del dinero.
Y por ejemplo una gente piensa por ejemplo en una nube y es una gente pensando en una nube y pinta su pensamiento por ejemplo de azul y ya, y ahí anda esa gente con su pensamiento de una nube azul y esa gente está contenta con su pensamiento de nube azul y se consigue una vegija y la infla y la pinta de azul y se la da a un niño o que sea a una niña, y la niña o que sea el niño juega con la vejiga azul que era un pensamiento de una nube azul. Porque la gente, cuando piensa como gente, piensa pensamientos para la gente.
Pero el dinero no piensa en la gente, sino que piensa en más dinero. O sea que el dinero no tiene llenadero, y todo se lo come para hacer más dinero.
O sea que el dinero no piensa una nube, sino que piensa en una mercancía y que la va a vender y a sacar más dinero.
O sea que en la globalización del dinero también se mundializa el pensamiento del dinero.
Y ese pensamiento del dinero es como una religión que adora al dios del dinero, y los templos de esa religión son los bancos y las tiendas, y los rezos son las cuentas que hacen del dinero, cuánto venden, cuánto ganan.
Y esa religión del dinero se llama "neoliberalismo", que sea que quiere decir que hay una nueva libertad para el dinero. O sea que el dinero es libre de hacer lo que le dé su gana. Y la gente ya no tiene libertad pero el dinero sí tiene libertad.
Y en la globalización del dinero el mundo mundial se destruye, o sea que se rompe el globo del mundo o que sea la vejiga mundial se revienta, y entonces el dinero pone una tienda donde antes había un país: o sea que donde antes había una casa con gente ahora hay una tienda.
Entonces pues la globalización del poder destruye los países para hacer tiendas. Y entonces las tiendas son para vender y comprar.
Y si uno por ejemplo no tiene la paga o no quiere comprar, pues como que no cuenta, o sea que hay que destruirlo. Y si uno, por ejemplo, no tiene nada qué vender o no quiere vender ni venderse, pues como que no sirve, o sea que hay que destruirlo.
La globalización del poder es como una guerra contra la gente y sus casas, o sea que es una guerra contra la humanidad.
La globalización del poder destruye las casas de la gente, o sea los países, y a veces entra a destruir con una guerra. Y otras veces entra porque alguien de adentro le abre la puerta para que entre a destruir.
Y los que abren la puerta son los políticos, que sea los que mandan en los países, o sea en las casas de la gente. Y entonces los políticos ya no sirven para mandar, porque ya no mandan de por sí, porque el que manda es el dinero mundial.
Y entonces los políticos se hacen tienderos, o sean son los que se encargan de la tienda que antes era un país, o sea una casa de una gente.
Y los políticos de antes ya no sirven para atender la tienda y es mejor poner otros que sí estudian y aprenden a ser encargados de las tiendas. Y éstos son los nuevos políticos, o sea que son tienderos.
Y no importa pues si no saben nada de gobierno, sino lo que importa es que sepan atender la tienda y den buenas cuentas a su patrón que es el dinero mundial.
Entonces en los gobiernos de los países destruidos por la globalización del poder pues ya no hay políticos, sino que hay tienderos.
Y ahí, en las tiendas que antes eran países, las elecciones no son para poner un gobierno, sino para poner un tiendero.
Y entonces ponen a competir, o sea a pelearse entre sí, a gordos, flacos, altos, chaparros, de diferentes colores que empiezan a hablar y a hablar y pura habladora, pero nada que dicen lo más importante, o sea que todos son diferentes en su cara, pero todos son iguales en que van a ser tienderos.
Entonces a la globalización del poder no le importa si el tiendero es verde, azul, rojo o amarillo. Lo que le importa es que el tiendero entregue buenas cuentas.
Entonces cambian los tienderos pero sigue habiendo tiendero.
Entonces en la globalización del poder el mundo ya no es redondo, como una vejiga inflada, sino que se revienta y en su lugar queda una tienda muy grande.
Y las tiendas, como todos saben, son cuadradas, no redondas.
Es así, más o menos, como funciona la globalización, que es como si dijéramos "la vejigaización".
(Fin de la ponencia de Durito).


no esta entero pero esta parte lo dice casi todo

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