viernes, 12 de febrero de 2010

En lo que yo creo - Emma Goldman

(De New York World, 19 de Julio, 1908.)




"En lo que yo creo" muchas veces ha sido el objetivo de escritorzuelos. Tales historias espeluznantes e incoherentes han sido difundidas sobre mí, no es nada asombroso que el ser humano medio tiene una palpitación en el corazón por la sola mención del nombre Emma Goldman. Es una lastima que ya no vivamos en los días en que las brujas eran quemadas en la estaca o torturadas por conducir el espíritu del mal en ellos. ¡Porque, en verdad, Emma Goldman es una bruja! Es cierto que ella no come pequeños niños, pero hace muchas cosas peores. Ella fabrica bombas y juega en cabezas coronadas. B-r-r-r!

Tal es la impresión que el público tiene de mí y de mis creencias. Por tanto, es mucho el crédito del mundo al dar, por lo menos, una oportunidad a sus lectores para aprender lo que mis creencias son en realidad

El estudioso de la historia del pensamiento progresista es muy consciente de que todas las ideas en sus primeras etapas han sido tergiversadas, y los partidarios de esas ideas han sido difamados y perseguidos. No es necesario retroceder dos mil años hacia el momento en que los creyentes en el evangelio de Jesús fueron lanzados a la arena o cazados en las mazmorras para comprender de qué forma las pequeñas grandes creencias o serios creyentes son entendidos. La historia del progreso está escrita en la sangre de los hombres y mujeres que se han atrevido a abrazar una causa impopular, como, por ejemplo, el derecho del hombre negro a su cuerpo, o el derecho de la mujer a su alma. Si, pues, desde tiempo inmemorial, el nuevo se ha encontrado con la oposición y la condena, ¿por qué mis creencias deberían estar exentas de una corona de espinas?

"En lo que yo creo" es un proceso y no una finalidad. Las finalidades son para los dioses y los gobiernos, no para el intelecto humano. Si bien puede ser cierto que la formulación de Herbert Spencer de la libertad es la más importante sobre el tema, como base política de la sociedad, aun así la vida es algo más que fórmulas. En la batalla por la libertad, (como Ibsen tan bien ha señalado, es la lucha por, no tanto el logro de la libertad), se desarrolla todo lo que es más fuerte, más firme y mejor de la naturaleza humana.

El anarquismo no es sólo un proceso, sin embargo, que marcha con "pasos sombríos", para colorear todo lo que es positivo y constructivo en el desarrollo orgánico. Es una manifestación visible de la forma más militante. Es tan absolutamente intransigente, insistiendo e impregnando una fuerza como para superar el asalto más obstinado y para resistir las críticas de los que realmente constituyen la última trompeta de una edad en descomposición.

Los anarquistas no son espectadores pasivos en el teatro del desarrollo social, por el contrario, tienen algunas nociones muy positivas en cuanto a objetivos y métodos.

Lo que puedo hacer por mi misma para dejar lo más claro posible, sin utilizar demasiado espacio, me permite adoptar el modo típico de trato del "En lo que yo creo".


Sección 1: En cuanto a la propiedad

"Propiedad" significa el dominio sobre las cosas y la negación a los demás de la utilización de esas cosas. En tanto que la producción no es igual a la demanda normal, los bienes institucionales pueden tener alguna razón de ser. Uno sólo tiene que consultar a la economía, sin embargo, para saber que la productividad del trabajo dentro de las últimas décadas ha aumentado tremendamente de modo que excede la demanda normal en un centenar de veces, y haciendo de la propiedad no sólo un obstáculo para el bienestar humano, sino un obstáculo, una barrera mortal, para todo progreso. Es el dominio privado sobre las cosas que condena a millones de personas a ser meras nulidades, cadáveres vivientes, sin originalidad o poder de iniciativa, las máquinas de humanos de carne y hueso, que acumulan montañas de riqueza para otros y pagan por ello con un color gris, sin brillo y una miserable existencia para sí mismos. Creo que no puede haber verdadera riqueza, riqueza social, siempre que se apoye en vidas humanas - jóvenes vidas, viejas vidas y vidas en la fabricación.

Todos los pensadores radicales coinciden en que la causa fundamental de este terrible estado de cosas es:

1.que el hombre tiene que vender su mano de obra;
2.que su inclinación y su juicio están subordinados a la voluntad de un maestro.

El anarquismo es la única filosofía que puede, y va a acabar con esta situación humillante y degradante. Se diferencia de todas las otras teorías en la medida en que señala que el desarrollo del hombre, su bienestar físico, sus cualidades latentes y su disposición innata sólo deben determinar el carácter y las condiciones de su trabajo. Del mismo modo que la propia apreciación física y mental y sus anhelos del alma deciden cuánto se consume. Que esto se transforme en una realidad, a mi juicio, sólo es posible en una sociedad basada en la cooperación voluntaria de los grupos productivos, comunidades y sociedades libremente federadas, desarrollándose eventualmente en un comunismo libre, accionado por la solidaridad de intereses. No puede existir libertad en el sentido mas amplio de la palabra, no puede haber un desarrollo armonioso, mientras las consideraciones de los mercenarios y comerciantes desempeñen un papel importante en la determinación de la conducta personal.


Sección 2. En cuanto al Gobierno

Yo creo que el gobierno, la autoridad organizada, o el Estado sólo es necesario para mantener o proteger la propiedad y el monopolio. Ha demostrado ser eficiente en esa función. Como promotor de la libertad individual, el bienestar humano y la armonía social, que constituyen el orden real, el gobierno es condenado por todos los grandes hombres del mundo.

Creo, por lo tanto, con mis compañeros anarquistas, que las disposiciones legales, legislativas y constitucionales, son invasivas. Ellas nunca indujeron al hombre a hacer nada que no podría o no haría por virtud de su intelecto o temperamento, ni evitaron nada de lo que al hombre le era obligado/incitado a hacer por los mismos dictados. La descripción pictórica de Millet de "El hombre con la azada," las obras maestras de Meunier sobre los mineros que han contribuido a levantar el trabajo desde su posición degradante, las descripciones de Gorki del inframundo, el análisis psicológico de Ibsen de la vida humana, nunca podrían haber sido inducidos por el gobierno, de la misma forma que el espíritu que impulsa a un hombre a salvar a un niño que se ahoga o a una mujer inválida de un edificio en llamas no han sido puestas en funcionamiento por un normativa legal o el club de policía. Creo que -de hecho, lo sé- que todo lo que es bueno y hermoso en el ser humano se expresa y se afirma a sí misma, a pesar de gobierno, y no debido a él.

Los anarquistas que se justifican en la asumisión del anarquismo -la ausencia de gobierno- asegurarán el alcance más amplio y mayor para el desarrollo humano sin trabas, son la piedra angular de un verdadero progreso social y armonioso.

En cuanto al argumento estereotipado que dice que los actos de gobierno son un freno a la delincuencia y el vicio, ni siquiera los fabricantes de la ley se lo creen. Este país gasta millones de dólares para el mantenimiento de sus "criminales" detrás de las rejas de la prisión, sin embargo, la delincuencia va en aumento. ¡Sin duda, esta situación no es debido a una insuficiencia de las leyes! El noventa por ciento de todos los delitos son delitos contra la propiedad, que tienen su raíz en nuestras iniquidades económicas. Mientras estas últimas siguen existiendo podemos convertir cada poste de luz en una horca, sin tener el menor efecto sobre el crimen en nuestro medio. Los delitos derivados de la herencia no pueden ciertamente ser curados por la ley. Sin duda, estamos aprendiendo aun hoy que esos crímenes pueden ser efectivamente tratados sólo por métodos médicos más modernos a nuestro alcance, y, sobre todo, por el espíritu de un profundo sentido de compañerismo, amabilidad y comprensión.


Sección 3. En cuanto al Militarismo

No debería tratar este tema por separado, ya que pertenece a la parafernalia del gobierno, si no fuera por el hecho de que quienes más se opusieron vigorosamente a mis creencias por la fuerza sobre el terreno de la última posición son los defensores del militarismo.

El hecho es que los anarquistas son los únicos verdaderos defensores de la paz, las únicas personas que ponen fin a la tendencia creciente del militarismo, la cual esta haciendo de este país libre de antaño una potencia imperialista y despótica.

El espíritu militar es el más despiadado, cruel y brutal de la existencia. Promueve una institución para la que no hay siquiera un pretexto a modo de justificación. El soldado, para citar a Tolstoi, es un asesino profesional. Él no mata por el amor a esto, como un salvaje, o en la pasión, como un homicida. Él es un instrumento de sangre fría, mecánico, obediente de sus superiores militares. Él está dispuesto a degollar o hundir un barco en el mando de su jefe militar, sin saber, o, quizás, sin cuidado del cómo, por qué o para qué. Tengo el apoyo en esta afirmación por no menos de una luz militar que el general Funston. Cito la comunicación de este último en el New York Evening Post del 30 de junio, que trata el caso del Soldado William Buwalda, que causó tanto revuelo por todo el Noroeste. "El primer deber de un oficial o soldado", dice nuestro noble guerrero ", es la obediencia ciega y la lealtad al gobierno para el que ha jurado lealtad, no hace ninguna diferencia la aprobación o no del gobierno por parte del soldado".

¿Cómo se puede armonizar el principio de "obediencia ciega", con el principio de "la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad"? El poder mortal del militarismo nunca antes ha sido tan eficazmente demostrado en este país como en la reciente condena por un tribunal militar de William Buwalda, de San Francisco, Compañía A, Ingenieros, a cinco años de prisión militar. Aquí estaba un hombre que tenía un historial de quince años de servicio continuo. "Su carácter y su conducta fueron intachables," se nos dice por el general Funston, que, en consideración de esto, redujo la pena de Buwalda a tres años. Sin embargo, el hombre se encuentra de repente fuera del ejército, deshonrado, despojado de sus posibilidades a una pensión, y enviado a prisión. ¿Cuál fue su crimen? ¡Sólo escucha, ciudadano libre de América! William Buwalda asistió a una reunión pública, y después de la conferencia dio la mano al orador. El general Funston, en su carta al Post, al que ya me he referido anteriormente, afirma que la acción de Buwalda fue una "gran ofensa militar, infinitamente peor que la deserción." En otra declaración pública, que el General hizo en Portland, Oregon, dijo que "El de Buwalda era un crimen grave, equivalente a una traición".

Es muy cierto que la reunión había sido organizada por los anarquistas. Si los socialistas hubieran hecho el llamado, el general Funston nos informa, no habría habido ninguna objeción a la presencia de Buwalda. De hecho, el General dice: "Yo no tendría la menor vacilación acerca de asistir a una reunión Socialista yo mismo." Pero asistir a una reunión con la anarquista Emma Goldman como oradora -¿podría existir peor "traición"?

Por este crimen horrible, un hombre, un ciudadano estadounidense nacido libre, que ha dado a este país los mejores quince años de su vida, y cuyo carácter y conducta durante ese tiempo fueron "impecables", ahora languidece en una cárcel, deshonrado, desacreditado y despojados de su sustento.

¿Puede haber algo más destructivo del verdadero genio de la libertad que el espíritu que hizo posible la sentencia a Buwalda -el espíritu de la obediencia ciega? ¿Es para esto que el pueblo estadounidense tiene en los últimos años sacrificados cuatrocientos millones de dólares y la sangre de su corazón?

Creo que el militarismo - el ejército y la marina de cualquier país - es indicativo de la decadencia de la libertad y de la destrucción de todo lo que es mejor y más fino en nuestra nación. El clamor creciente que pide más buques de guerra y un mayor ejército, debido a que estos nos garantizan la paz es tan absurdo como el argumento de que el hombre pacífico es el que va bien armado.

La misma falta de coherencia se muestra en los pretendientes de la paz que se oponen al anarquismo porque supuestamente enseña la violencia, y que sin embargo, estarían encantados por las posibilidades de la nación norteamericana antes de que esta sea capaz de lanzar bombas de dinamita con máquinas voladoras a enemigos indefensos.

Creo que el militarismo se extinguirá cuando los espíritus del mundo amantes de la libertad digan a sus maestros: "Anda y haz tu propia muerte. Nos hemos sacrificado a nosotros mismos y a nuestros seres queridos lo suficiente luchando en sus batallas. A cambio, usted ha hecho parásitos y criminales de nosotros en tiempos de paz y nos ha hecho seres repletos de brutalidad en tiempos de guerra. Usted nos han separado de nuestros hermanos y han hecho del mundo un matadero humano. No, no haremos su matanza ni lucharemos por el país que nos han robado".

Oh, creo con todo mi corazón que la fraternidad humana y la solidaridad limpiaran el horizonte de la terrible raya roja de la guerra y la destrucción.


Sección 4. En cuanto a la libertad de expresión y de prensa

El caso Buwalda es sólo una fase de la cuestión más amplia de la libertad de expresión, la libertad de prensa y el derecho a la libertad de reunión.

Muchas personas buenas imaginan que los principios de la libertad de expresión o de prensa se pueden ejercer correctamente y con seguridad dentro de los límites de las garantías constitucionales. Esa es la única excusa, me parece, para la terrible apatía y la indiferencia ante el ataque a la libertad de expresión y de prensa que hemos presenciado en este municipio en los últimos meses.

Creo que la libertad de expresión y de prensa significan que puedo decir y escribir lo que me plazca. Este derecho, cuando se rige por las disposiciones constitucionales, decretos legislativos, decisiones todopoderosas del Director General de Correos, o el club de policía, se convierte en una farsa. Soy muy consciente de que serán advertidas las consecuencias si quitamos las cadenas de la expresión y la prensa. Creo, sin embargo, que la curación de las consecuencias derivadas del ejercicio ilimitado de la expresión deben permitir más expresión.

Los grilletes mentales nunca han detenido la marea del progreso, mientras que las prematuras explosiones sociales han sido demasiado a menudo provocadas por una ola de represión.

¿Nuestros gobernantes nunca aprenderán que países como Inglaterra, Holanda, Noruega, Suecia y Dinamarca, con mayor libertad de expresión, han sido más libres de "consecuencias"? Mientras que Rusia, España, Italia, Francia y, ¡ay! incluso Estados Unidos, han elevado estas "consecuencias" como el factor político más apremiante. El nuestro se supone que es un país gobernado por la mayoría, sin embargo, cualquier policía que no este investido de poder por parte de la mayoría puede disolver una reunión, arrastrar al orador de la plataforma y a la audiencia de la sala a la manera de Rusia. El Director General de Correos, que no es un funcionario elegido, tiene el poder de suprimir las publicaciones y confiscar el correo. Para esta decisión no hay más peticiones que para las del zar de Rusia. En verdad, creo que necesitamos una nueva Declaración de la Independencia. ¿No hay algún Jefferson o Adams moderno?


Sección 5. En cuanto a la Iglesia

En la reciente Convención de los restos políticos de una idea revolucionaria, se votó que la religión y la elección que esta consiga nada tienen que ver una con otra. ¿Por qué? "Mientras el hombre está dispuesto a delegar en el diablo el cuidado de su alma, tal vez, con la misma consistencia, podría delegar en el político el cuidado de sus derechos. Que la religión es un asunto privado ha sido resuelto por el Bis-socialista marxista de Alemania. Nuestros marxistas Americanos, pobres de sangre y originalidad, necesitan ir a Alemania por su sabiduría. Esa sabiduría que ha servido al capital como un látigo para azotar a varios millones de personas en el ejército bien disciplinado del socialismo. Se podría hacer lo mismo aquí. Por amor de Dios, no hay que ofender a la respetabilidad, no hay que herir los sentimientos religiosos del pueblo.

La religión es una superstición que se originó en la incapacidad mental del hombre para resolver los fenómenos naturales. La Iglesia es una institución organizada que siempre ha sido un obstáculo para el progreso.

La religión organizada ha despojado a la religión de su ingenuidad y primitivismo. Se ha convertido la religión en una pesadilla que oprime el alma humana y tiene la mente en la esclavitud. "El dominio de la oscuridad, como el ultimo cristiano verdadero, Leo Tolstoi, llama a la Iglesia, ha sido un enemigo del desarrollo humano y el pensamiento libre, y como tal no tiene lugar en la vida de un pueblo verdaderamente libre”.


Sección 6. En cuanto al matrimonio y el amor

Creo que estos son probablemente los temas más tabú en este país. Es casi imposible hablar de ellos sin escandalizar la preciada propiedad de un montón de buena gente. No es de extrañar que tanta ignorancia prevalezca en relación con estas cuestiones. Nada que no sea un debate abierto, franco, inteligente va a purificar el aire de la basura histérica, sentimental que oculta estos temas vitales, vitales para las personas, así como para el bienestar social.

El matrimonio y el amor no son sinónimos, por el contrario, son a menudo antagónicos entre sí. Soy consciente del hecho de que algunos matrimonios son accionados por el amor, pero los limites estrechos, materiales del matrimonio, pueden rápidamente aplastar la flor sensible del afecto.

El matrimonio es una institución que proporciona al Estado y la Iglesia unos ingresos enormes y el medio de meterse en esa etapa de la vida que la gente refinada ha considerado durante mucho tiempo propia, su más propio asunto sagrado. El amor es el factor más poderoso de las relaciones humanas, que desde tiempos inmemoriales ha desafiado todas las leyes hechas por el hombre y roto los barrotes de hierro de los convenios de la Iglesia y la moral. El matrimonio es a menudo un acuerdo meramente económico, que proporciona a la mujer un seguro de vida para el resto de sus días y al hombre la perpetuación de su especie o un juguete bonito. Es decir, el matrimonio, o la misma formación, preparan a la mujer para una vida parasitaria, dependiente, de criada impotente, mientras que proporciona al hombre el derecho de una hipoteca de propiedad sobre una vida humana.

¿Cómo puede este estado de cosas tener algo en común con el amor? - ¿Cuál es el elemento por el cual renunciarías a toda la riqueza del dinero y el poder y vivirías en tu propio mundo de la expresión humana sin límites? Pero esta no es la edad de romanticismo, de Romeo y Julieta, Fausto y Margarita, del éxtasis de la luz de la luna, de las flores y las canciones. La nuestra es una época práctica. Nuestra primera consideración es un ingreso. Tanto peor para nosotros si hemos llegado a la época en que los vuelos más altos del alma deben ser comprobados. Ninguna raza puede desarrollarse sin el elemento del amor.

Pero si dos personas se adoran en el santuario del amor, ¿qué sucederá con el becerro de oro, el matrimonio? “El es la única seguridad para la mujer, el niño, la familia, el Estado". Pero esto no asegura el amor, y sin amor verdadero ningún hogar verdadero puede o debe existir. Sin amor, ningún niño debe nacer, sin amor verdadero ninguna mujer puede estar relacionada con un hombre. El temor de que el amor no es la seguridad material suficiente para el niño es anticuado. Creo que cuando la mujer firme su propia emancipación, su primera declaración de independencia consistirá en admirar al hombre por las cualidades de su corazón y su mente y no por las cantidades en su bolsillo. La segunda declaración será que ella tiene el derecho a seguir aquel amor sin los estorbos y los obstáculos del mundo exterior. La tercera declaración, y la más importante, será el derecho absoluto a la maternidad libre.

En una madre y un padre igualmente libres descansa la seguridad del niño. Ellos tienen la fuerza, la robustez, la armonía para crear un ambiente en el que solo la planta humana puede convertirse en una flor exquisita.


Sección 7. En cuanto a los actos de violencia

Y ahora he llegado a este punto en mis creencias sobre el cual existe un malentendido que prevalece en la mente del público estadounidense. "Bueno, vamos, ahora, ¿no es propagar la violencia, el asesinato de reyes y presidentes?" ¿Quién dice que yo lo hago? ¿Me ha oído usted decirlo, alguien alguna vez me ha oído decirlo? ¿Alguien lo ha leído en nuestra literatura? No, pero los periódicos si, todo el mundo lo dice, por consiguiente, debe ser así. ¡Oh, por la exactitud y la lógica del querido público!

Creo que el anarquismo es la única filosofía de la paz, la única teoría de la relación social que valora la vida humana por encima de todo lo demás. Sé que algunos anarquistas han cometido actos de violencia, pero es la terrible desigualdad económica y la injusticia del sistema político que inspira esos actos, no el anarquismo. Todas las instituciónes se basan hoy en la violencia, nuestra atmósfera está saturada de ella. En tanto que tal estado exista tanto podriamos esforzarnos por detener la oleada del Niágara como tener esperanza en acabar con la violencia. Ya he dicho que los países con cierto grado de libertad de expresión han tenido pocos o ningún acto de violencia. ¿Cuál es la moral? Simplemente esta: Ningún acto cometido por un anarquista ha sido para el beneficio personal, el engrandecimiento o el beneficio, sino más bien una protesta consciente contra alguna medida represiva, arbitraria, tiránica desde arriba.

El presidente Carnot, de Francia, fue asesinado por Caserio en respuesta a la negativa de Carnot a conmutar la pena de muerte de Vaillant, por cuya vida el mundo literario, científico y humanitario de toda Francia había pedido.

Bresci fue a Italia con su propio dinero, ganado en la tejeduría de seda de Paterson, para llamar al rey Humberto a la justicia por su orden de disparar contra mujeres y niños indefensos durante una revuelta del pan. Angelino ejecuto al primer ministro Cánovas por la última resurrección de la Inquisición española en la prisión de Montjuich. Alexander Berkman atento contra la vida de Henry C. Frick, durante la huelga de Homestead por su intensa simpatía hacia los once huelguistas muertos por Pinkerton y hacia las viudas y los huérfanos desalojados por Frick de sus hogares miserables que fueron poseidos por el señor Carnegie.

Cada uno de estos hombres no sólo hizo sus razones conocidas en el mundo en declaraciones orales o escritas, que muestran la causa que los condujo a actuar, lo que demuestra que la insoportable presión económica y política, el sufrimiento y la desesperación de sus compañeros hombres, mujeres y niños le pidieron los actos, y no la filosofía del anarquismo. Llegaron en forma abierta, franca y preparados para soportar las consecuencias, dispuestos a dar su propia vida.

En el diagnóstico de la verdadera naturaleza de nuestra enfermedad social no puedo condenar a quienes, sin culpa propia, están sufriendo de una extendida enfermedad.

No creo que estos actos puedan, o alguna vez hayan querido, lograr la reconstrucción social. Eso sólo puede hacerse, en primer lugar, por una educación amplia y general en cuanto al lugar del hombre en la sociedad y su relación adecuada con sus semejantes, y, en segundo lugar, a través del ejemplo. Por ejemplo, me refiero a la vida real de una verdad, una vez reconocida, no la simple teorización de su elemento de vida. Por último, y el arma más poderosa, es la protesta económica consciente, inteligente, organizada, de las masas a través de la acción directa y la huelga general.

La afirmación general de que los anarquistas se oponen a la organización, y por lo tanto representan el caos, es absolutamente infundada. Es cierto que no creemos en la parte obligatoria, arbitraria de la organización que obliga a las personas de gustos e intereses antagónicos en un cuerpo y los mantiene allí por la coerción. La organización como resultado de la fusión natural de los intereses comunes, producidos mediante la adhesión voluntaria, es a la que los anarquistas no sólo no se oponen, sino que creen la única base posible de la vida social.

Es la armonía del crecimiento orgánico, que produce gran variedad de color y forma -el conjunto completo que admiramos en una flor. Análogamente se organiza la actividad de los seres humanos dotados de un espíritu de solidaridad como resultado de la perfección de la armonía social -que es el anarquismo. De hecho, sólo hace el anarquismo hace de la organización no autoritaria una realidad, ya que suprime el antagonismo existente entre los individuos y las clases.

martes, 9 de febrero de 2010

ORIGEN DE LAS IDEAS SOBRE LA DIVINIDAD - DIDEROT

El mal es necesario al hombre; sin el mal, no conocería el bien, no juzgaría de
nada, no tendría elección, ni voluntad, ni pasión, ni deseos; carecería de motivos para
amar y temer; sería un autómata; en una palabra, no sería un hombre.
El mal que ve en el mundo es el que le ha hecho pensar en la divinidad. Una
multitud de males, accidentes, enfermedades, desastres, estremecimientos de nuestro
globo, alteraciones, inundaciones é incendios excitaron los temores de los hombres.
¿Qué ideas pudieron formarse de las causas irresistibles que producían efectos tan
extensos? No calcularon que la Naturaleza fuese el autor del desorden que ella misma
experimentaba, y entonces fué cuando no viendo sobre la tierra agentes bastante
poderosos para operar estos efectos, levantaron los ojos al cielo, donde supusieron que
residían los agentes desconocidos, cuya enemistad destruía aquí abajo su felicidad.
La idea de estos agentes tan poderosos estuvo siempre asociada á la del terror.
- Nunca juzgamos de los objetos que ignoramos, sino por los que conocemos. El
hombre, pues, mirándose á sí mismo, dio una voluntad, inteligencia, designios, pro-
yectos, pasiones, etc., á toda causa desconocida que sintió obrar en él. Como él se
encontró sensible á las sumisiones y á los presentes, empleó estos mismos medios para
ganar la divinidad.
El cuidado de las ofrendas se confió á los ancianos, y éstos lo hacían con gran
aparato; esto se conservó, y después se hizo costumbre. De este modo se formó el culto
y el sacerdocio.
Estos sistemas han sido modificados por el espíritu humano, cuya esencia es tra-
bajar incesantemente sobre loa objetos desconocidos, á los que regularmente principia
por darles una importancia muy grande, y que no se atreve después á examinar á
sangre fría.
Por una consecuencia de estas ideas, la Naturaleza se halló despojada de todo po-
der . El hombre no pudo concebir cómo esta Naturaleza le hacia sufrir si no estuviese
movida por una potencia enemiga de su felicidad, que tuviera razón para afligirlo y
castigarlo.
ii
DE LA MITOLOGÍA Y DE LA TEOLOGÍA
Las primeras adoraciones de los hombres se tributaron á la Naturaleza; no se les
habló de ella sino por alegorías, y se personificaron todas sus partes. Esto originó un
Saturno, un Júpiter, un Apolo, etc. El vulgo no adivinó que lo que se había sobre-
cargado de alegorías no era más que la Naturaleza, sus partes y sus operaciones. No
pasó mucho tiempo sin que se desconociese el origen de donde se habían tomado
estos dioses. Se hizo de su energía un ser incomprensible, que se llamó el motor de la
Naturaleza. De este modo se la distinguió de sí misma, y ya no fué mirada sino como
una masa incapaz de obrar.
Fué preciso, por consiguiente, revestir esta fuerza motriz con algunas cualidades.
Como no se veía este ser, se hizo de él un espíritu, una inteligencia, un ser incorpóreo,
es decir, una substancia enteramente diferente de la que conocemos. Los hombres no
podían dar á este ser otras ideas que las que tenían de sí mismos, y así fué que todo
lo que miraban en ellos lo consideraron como perfecciones divinas.
Se le atribuyó desde luego una bondad, una sabiduría y un poder sin límites, se-
gún el orden que se creyó ver reinar en la Naturaleza, y según los maravillosos efectos
que en ella se obraban.
Pero por otra parte, ¿cómo dejar de atribuirle la malicia, la imprudencia y el
capricho, á la vista de los desórdenes y de los males de que el mundo es tantas veces
teatro? Creyeron deshacer la dificultad creándola enemigos; este es el origen de los
ángeles rebeldes. A pesar de su omnipotencia, no pudo reducirlos; en el mismo caso
se le supone aun con los hombres que le ofenden.
Sin embargo, creyendo de este modo indicar las causas de las miserias humanas,
no podían desentenderse que muchas veces los hombres justos habían sido envueltos
en los castigos de Dios.
Se pretendió, por consiguiente, que habiendo pecado el hombre, Dios podía ven-
garse sobre los inocentes; todo esto á ejemplo de los inicuos soberanos, cuyos castigos
se proporcionan más bien á la grandeza y poder del ofendido, que al tamaño y reali-
dad de la ofensa.
Los hombres peores han servido de modelo á Dios, y el más injusto de los gobier-
nos fué el dechado de su administración divina.

III
IDEAS CONFUSAS Y EXTRAORDINARIAS DE LA TEOLOGÍA
Dios, dicen, es bueno; pero Dios es el autor de todas las cosas; es preciso, por con-
siguiente, atribuirle todos los males que afligen la especie humana. El bien y el mal
suponen dos principios, ó es menester que convengamos que si es el mismo, es alta-
mente bueno y malo.
Se nos dice que es justo, y que los males son el castigo de las injurias que ha re-
cibido de los hombres. Así vemos que el hombre tiene poder para hacer sufrir á su
Dios; pero para ofender á cualquiera es menester que haya relaciones entre los dos:
Ofender á cualquiera es hacerle experimentar un sentimiento de dolor; ¿y cómo una
débil criatura que ha recibido su ser de Dios, puede obrar contra la voluntad de una
fuerza irresistible, que no consiente nunca el desorden ni el pecado?
La justicia supone una disposición de dar á cada uno lo que es debido, y sin em-
bargo, se nos dice que Dios no nos debe nada, y que puede sin ofender su equidad,
sumergir la obra de sus manos en la miseria. Estos males, nos dicen, son pasajeros,
no tendrán más que un tiempo; castiga á sus amigos por su propio bien; pero si es
bueno, ¿puede hacerlos sufrir ni aun por un tiempo? Sí lo sabe todo, ¿qué necesidad
tiene de castigar á sus favoritos, de quien nada tiene que temer? Si es todopoderoso>
¿por qué se inquieta de las vanas conspiraciones que se quieren hacer contra él?
¿Cuál es el hombre bueno que no desea hacer felices á sus semejantes? ¿Por qué
no hace Dios la felicidad de los hombres? Ninguno está satisfecho de su suerte... ¿Qué
responden á todo esto? Los juicios de- Dios son impenetrables. En este caso, ¿con qué
derecho se quiere razonar sobre ellos? ¿sobre qué fundamento se les atribuye una
virtud que no se puede penetrar? ¿Qué idea se podría formar se parece nunca á la del hombre?
Su justicia está equilibrada por su clemencia, su misericordia, sus bondades; pero
su clemencia es una derogación á su Justicia. Si es inmutable, ¿cómo puede derogar
un instante?
Dios, dicen, ha creado el mundo para su propia gloria. Pero siendo superior á
todo, ¿tiene nada que hacer por su gloria? El amor de la gloria no es más que el deseo
de adquirir reputación y dar una alta idea de sí mismo á los demás. Si es susceptible
del amor de la gloria ¿por qué permite que se le ofenda? Para castigarnos de haber
abusado de sus gracias. ¿Pero por qué permite que se abuse de sus gracias? ¿ó,
por qué estas gracias no son suficientes para hacernos obrar según sus miras? Por eso
me ha hecho libre. ¿Y por qué me ha concedido una libertad que sabía muy bien que
yo había de abusar de ella?
En consecueneia de esta libertad, los hombres, la mayor parte de ellos, serán cas-
tigados eternamente por las faltas cometidas en este mundo. ¿Pero cómo puede ser
justo que un crimen pasajero se castigue con suplicios eternos? ¿Qué diríamos de un
rey que castigase sin término á un subdito que, embriagado, hubiese ofendido ligera-
mente su vanidad, sin causarle ningún perjuicio real, y, sobre todo, cuando el mismo
rey había tenido cuidado de embriagarlo? ¿Miraríamos como omnipotente á un mo-
narca que á excepción de algunos pocos subditos fieles, sufriera" todos los días que el
resto menospreciase sus leyes, le insultase y frustrase sus voluntades?
A esto se nos responde que las cualidades de Dios son tan eminentes y tan poco
parecidas á las nuestras, que no tienen ninguna relación con'estas mismas cualidades
cuando se encuentran en los hombres. Pero en este caso, ¿cómo hemos de formar idea
de ellas? ¿Por qué la teología pretende anunciarlas?
Pero Dios ha hablado, y él mismo se ha dado á conocer á los hombres. ¿Cuándo y
á quién? ¿Dónde están estos divinos oráculos? En colecciones absurdas y discordantes-
Yo hallo en ellas que el Dios de la sabiduría ha hablado un lenguaje obscuro, insi'
dioso é irracional; que el Dios de la bondad ha sido cruel, sanguinario; que el Dios de
la justicia ha sido injusto y parcial, que ha ordenado la iniquidad, y, por último, que
el Dios de la misericordia destina para las víctimas de su cólera los "más horrorosos
castigos.
En las relaciones entre los hombres, no hay ninguna proporción; sin proporciones
no hay relaciones. Si Dios es incorporal, ¿cómo obra sobre los cuerpos? ¿Cómo pueden
los cuerpos obrar sobre él, ofenderlo, alterar su reposo y excitarle movimiento de
cólera? Si el alfarero se irrita contra el vaso que él mismo ha hecho, por haberlo
formado mal, ¿no sería más justo que su enojo recayese sobre si mismo?
Si Dios no debe nada "á los hombres, éstos, por consiguiente, nada deben á Dios-
No hay relaciones que no sean recíprocas; los deberes están fundados sobre las nece-
sidades mutuas. Si Dios no les da esta felicidad, todas las relaciones se destruyen.
Suponiendo en Dios todas las virtudes humanas en un grado de perfección indefi-
nido, ¿se pueden éstas combinar con sus atributos metafísicos? Un puro espíritu
¿cómo puede obrar como el hombre, que es un ser corpóreo? Une espiritu puro nada ve;
ni oye nuestras súplicas, ni nuestros gritos, ni puede enternecerse de nuestras mise-
rias, supuesto que se halla desprovisto de los órganos que se necesitan para que el
sentimiento de la piedad pueda ejercitarse en nosotros. Siendo inmutable, sus dispo-
siciones no pueden cambiar. No es infinito, si la Naturaleza sin ser él, puede existir
conjuntamente con él. "No es poderoso, si permite ó no previene el mal y el desorden
de este mundo. No se halla en todas partes, si no está en el hombre que peca, ó si se
retira de él en el momento que comete el pecado.
La revelación probaría malicia. Toda revelación supone que Dios ha podido por
mucho tiempo permitir que al género humano faltasen los conocimientos necesarios á
su felicidad; es una predilección incompatible con su bondad, el hombre revelado á un
número tan pequeño. La revelación destruiría su inmutabilidad, pues supondría que
había hecho en un tien-po lo que no ha hecho en otro. Por otra parte, ¿qué es una
revelación, es decir, misterio, que no se ha hecho para ser entendida? Con un solo
hombre que no pudiese entenderla, no era menester más para establecer la justicia
de Dios.
IV
EXÁMENES DE LAS PRUEBAS DE LA EXISTENCIA DE DIOS, DADAS POR CLARKE
Todos los hombres, dicen, están acordes sobre la existencia de un Dios, y la voz
de la Naturaleza basta para convenceros de ello: esta es una idea que nace en nosotros.
Lo que prueba que la idea de Dios es una noticia adquirida, es la naturaleza misma
de esta noción, que varía de un siglo á otro, de un continente á otro, y de un hombre
á otro. La prueba que es un error, es que los hombres han llegado á perfeccionar to-
das las ciencias que tenían un objeto real, y que la ciencia de Dios se ha quedado por
todas partes en el mismo estado. No hay nada en el mundo sobre lo que los hombres
estén más dividido?.
Aunque cada nación tenga su culto, esto no prueba la realidad de este ser. La
universalidad de su creencia no es una prueba de su verdad. ¿No ha creído todo el
mundo en la magia y en las almas en pena ó aparecidos? ¿Antes de Copérnico, no se
había creído que la tierra era inmóvil, y que el sol giraba alrededor de ella?
La idea de Dios y sus cualidades no tienen más fundamento que la opinión de
nuestros padres, infundida en nosotros por la educación, por un hábito contraído
desde la infancia, y fortificado por el ejemplo y la autoridad. De este modo, creemos
que todo hombre lleva consigo al mundo la idea de la divinidad. Nos adherimos á
esta idea sin habernos tomado jamás el trabajo de reflexionar sobre ella.
El doctor Clarke pasa por uno de los que han hablado de la existencia de Dios del
modo más convincente; sus proposiciones se reducen á las siguientes:
I. «Alguna cosa ha existido eternamente.» Sí; no hay duda; pero ¿cuál es esta
cosa? ¿por qué no es más bien la materia que un espíritu puro? Todo lo que existe
supone desde luego que la existencia le es esencial. La que no puede anonadarse,
existe necesariamente: tal es la materia; luego ella es la que siempre ha existido.
II. «Un ser independiente é inmutable ha existido eternamente.» ¿Cuál es, puesi,
este ser? ¿Es independiente de su propia esencia? No; porque no puede hacer que los
seres que produce, ó que mueve, obren de otro modo, sino con arreglo á propiedades
que les ha dado. Por otra parte, un cuerpo no es dependiente de otro sino cuando le
debe la existencia y su modo de obrar. Sólo por este título podría ser la materia de-
pendiente de él. Luego si existe de toda eternidad, no puede deber su existencia á
ningún ser, si es eterna.
O existente por sí misma, es evidente que en esta cualidad encierra en sí misma
en su naturaleza todo lo que se necesita para obrar; luego la materia, siendo eterna,
no necesita de un motor.
¿Es inmutable? No; porque un ser inmutable no podría tener voluntades, ni pro-
ducir acciones sucesibles. Porque si este ser ha creado la materia, ó producido el uni-
verso, hubo un tiempo en que quiso que esta materia y este universo existieran, y
otro tiempo en que había querido lo contrario; luego no es inmutable.
III. «Este ser eterno, inmutable é independiente, existe por sí mismo». Pero ¿por
qué la materia que es indestructible, no existiría por sí misma?
IV. «La esencia del ser que existe por sí mismo es incomprensible...» Sí; pero
también lo es la esencia de la materia; ésta, á lo menos, la vemos; pero la divinidad
no podemos ni concebirla, porque no podemos examinarla por ningún lado.
V. «El ser que existe necesariamente por sí mismo, es necesariamente eterno.»
Pero esta cualidad es común con la materia. ¿Por qué se obstinan en querer distinguir
este ser del universo?
VI. «El ser que existe por sí mismo debe ser infinito y estar presente en todas par.
tes.» Infinito, pase. Por lo que respecta á estar presente en todas partes, eso no; porque
la materia ocupa á lo menos una porción del espacio, y debe excluir esta parte á la
divinidad.
Vil. «El ser que existe necesariamente, es único.» Si no hay nada fuera de seme-
jante ser, bien se deja ver que es preciso que sea único; ¿pero se puede negar la exis-
tencia del universo?
VIII. «El ser existente por sí mismo, es necesariamente inteligente.» Pero la inte-
ligencia es una cualidad humana. Para tener inteligencia es menester pensar; es pre-
ciso tener sentidos; cuando hay sentidos, suponen materia, y lo que es material no
puede ser espíritu puro. ¿Pero este ser, este gran todo, tiene una inteligencia particular
que le mueva? Esto es lo que nada puede probar. ¿Por qué no se ha de conceder esta
inteligencia á la Naturaleza, supuesto que encierra en si seres inteligentes?
IX. «El ser existente por sí mismo es un agente libre.» ¿Pero no encuentra obs-
táculos en la ejecución de sus proyectos? ¿Quiere que el mal suceda, ó no puede
impedirlo? En este caso, ó no es libre, ó consiente en el pecado. Además, que no puede
obrar sino en consecuencia de las leyes de su existencia. Su voluntad es necesitada ú
obligada por la sabiduría y las miras que se le suponen. Luego no es libre.
X. «La causa suprema de todas las cosas, posee una tendencia infinita.» Pero si
el hombre es libre de pecar, ¿cuál es la potencia infinita de Dios?
XI. «El autor de todas las cosas, debe ser necesariamente sabio.» Pero el autor de
todo, lo es también de muchas acciones que juzgamos muy malas.
XII. «La causa suprema debe necesariamente poseer todas las perfecciones mora-
les.» La idea de perfección es una idea abstracta: una cosa nos parece perfecta, relati-
vamente á nuestro modo de ver. ¿Nos parece perfectamente buena cuando somos
ofendidos de sus obras, y nos vemos precisados á quejarnos de los males que sufrimos-?
¿Lo es, relativamente á sus obras, cuando al lado del orden vemos el desorden 'más
completo?
Si se pretende que Dios no es nada de lo que el hombre puede conocer, y si nada
se puede decir de él positivamente, permítase, á lo menos, dudar de su existencia. Si
es incomprensible, ¿se nos culpará que no hayamos podido concebirle?
Se nos dice que el buen sentido y la razón bastan para '^convencernos de su exis-
tencia; pero también nos dicen que la razón es un guía infiel en estas materias. Ade-
más, que la convicción no es nunca más que el efecto de la evidencia y la de-
mostración.

V
DEL DEÍSMO; SISTEMA D E L OPTIMISMO Y DE LAS CAUSAS FINALES
Si^Dios existiese, ¿qué podría resultar para la especie humana, aun suponiéndole
inteligencia y designios? ¿Qué relación puede tener un ser semejante con nosotros?
Los buenos ó malos efectos que nos imagináramos dimanar de su omnipotencia, de
providencia, ¿dejarían de ser los efectos de su sabiduría, de su justicia y de sus decre-
tos eternos? ¿Podremos suponer que cambiará su plan, con respecto á nosotros? Ven-
cido por nuestras súplicas, ¿haría que el fuego dejase de quemar? Si está forzado á dar
un libre curso á los acontecimientos que su sabiduría ha preparado, ¿qué podemos pe-
dirle? Seríamos unos insensatos si tratáramos de oponernos.
El entusiasta feliz, me dirá, ¿por qué me quieren quitar un Dios á quien veo como
un soberano lleno de bondad, de quien soy el favorito y que se ocupa de mi bienestar?
Dejadme que le dé las gracias por sus beneficios. ¿Por qué, dirá el desdichado, quitar-
me un Dios cuya idea consoladora enjuga mis lágrimas?
Yo le respondería, preguntándole sobre qué funda la bondad que le atribuyen. ¿Es
benéfico para todos los hombres? Para uno que vemos dichoso, ¡cuántos hay desgra-
ciados! iQué de calamidades afligen á los mortales, que mientras duran está sordo á
nuestras súplicas! Será, pues, indispensable, que cada hombre juzgue de Dios según el
modo particular de que esté afectado, y aun según las circunstancias.
Los entusiastas d^l optimismo parecen haber renunciado al testimonio de sus sen-
tidos, para creer que está todo bien en la naturaleza, en donde vemos que el bien está
sin cesar acompañado del mal. Además, para estar en estado de justificar á la divinidad
de los males y desórdenes que vemos en el todo, que se supone su obra, sería menester
conocer el objeto, porque si tuviera un objeto, una tendencia, un fin, ya no sería el todo
Dios, continúan, sabrá hacernos ventajosos los males que nos deja experimentar
en este mundo. Pero, ¿quién sabe? ¿Cómo podemos creer, que habiéndonos maltratado
tanto aquí abajo, nos trate mejor en otra parte? ¿Qué bien real puede resultar de estas
esterilidades y esta hambre que desoían la tierra?j
Se han visto en la precisión de imaginar una vida nueva para disculpar la divini-
dad de los males que nos hace experimentar en ésta.
Los unos suponen que después que hizo Dios salir la materia de la nada, la aban-
donó para siempre al movimiento que entonces la imprimió; esto no ha necesitado
de un Dios sino para crear la naturaleza; después de hecho esto, vive en una perfecta
indiferencia para sus criaturas. ¿Pero este Dios no es un ser inútil para los hombres?
Otros suponen los deberes del hombre para con su criador. Algunos se imaginan
que, siendo justo, debe recompensar y castigar; ellos hacen un hombre de su Dios.
Pero estos atributos morales se desmienten á cada instante cuando se le supone el
autor de todas las cosas, y, por consiguiente, el autor del bien y del mal. Tanto vale
creer esto como creer todos los demás absurdos y quimeras que le acompañan.
¿Queréis mejor, dirán, depender de una naturaleza ciega que de un ser sabio,
bueno é inteligente?
Pero respondemos: 1.° Nuestro interés no decide de la realidad de las cosas. 2.° Este
ser tan bueno y tan sabio se nos presenta como un tirano irracional, y sería más ven-
tajoso para el hombre depender de una naturaleza ciega. 3.° La Naturaleza bien es-
tudiada nós suministra lo necesario para ser felices en el grado que nuestra esencia
lo permite. Esta Naturaleza es la que nos enseña los medios propios para conseguir
nuestra felicidad.


DIDEROT.