martes, 1 de abril de 2008

"Diarios de motocicleta"

(…) yo me fui a ver una vieja asmática que era clienta de La Gio­conda. La pobre daba lástima, se respiraba en su pie­za ese olor acre de sudor concentrado y patas sucias, mezclado al polvo de unos sillones, única paquetería de la casa. Sumaba a su estado asmático una regular descompensación cardíaca. En estos casos es cuando el médico consciente de su total inferioridad frente al medio, desea un cambio de cosas, algo que suprima la injusticia que supone el que la pobre vieja hubiera es­tado sirviendo hasta hacía un mes para ganarse el sustento, hipando y penando, pero manteniendo frente a la vida una actitud erecta. Es que la adaptación al medio hace que en las familias pobres el miembro de ellas incapacitado para ganarse el sustento se vea rodeado de una atmósfera de acritud apenas disimulada; en ese momento se deja de ser padre, madre o hermano para convertirse en un factor negativo en la lucha por la vida y como tal, objeto del rencor de la co­munidad sana que le echará su enfermedad como si fuera un insulto personal a los que deben mantener­lo. Allí, en estos últimos momentos de gente cuyo ho­rizonte más lejano fue siempre el día de mañana, es donde se capta la profunda tragedia que encierra la vida del proletariado de todo el mundo; hay en esos ojos moribundos un sumiso pedido de disculpas y también, muchas veces, un desesperado pedido de consuelo que se pierde en el vacío, como se perderá pronto su cuerpo en la magnitud del misterio que nos rodea. Hasta cuándo seguirá este orden de cosas ba­sado en un absurdo sentido de casta es algo que no está en mí contestar, pero es hora de que los gober­nantes dediquen menos tiempo a la propaganda de sus bondades como régimen y más dinero, muchísimo más dinero, a solventar obras de utilidad social. Mu­cho no puedo hacer por la enferma: simplemente le doy un régimen aproximado de comidas y le receto un diurético y unos polvos antiasmáticos. Me quedan unas pastillas de dramamina y se las regalo. Cuando salgo, me siguen las palabras zalameras de la vieja y las miradas indiferentes de los familiares.

Fragmento de "Diarios de motocicleta" notas de un viaje por America Latina por el Che Guevara.

1 comentario:

Raúl dijo...

Me acabas de dar ganas de leer el libro de los Diarios de motocicleta del Ché, colega, sólo he visto la película, la verdad es que me gustó pero ahora quiero leer los Diarios. Ya te diré.

Saludos!